Por un beso sin audio incidental y sin luz obvia.
Por un repentino destello lúdicamente vacío de sentido común.
Por una noche eterna hasta que llegue el sol espía:
doce horas entre ausencia de palabras decibélicas continuas
y la presencia de todo un diálogo tributo a los cinco sentidos.
Una mano buscando tu sonrisa
en el eco de una oscuridad consentida
dibujando en el aire una necrópolis
de nuncas caídos en el frente de esta épica avanzada.
Al fin mi Ana polar señorita capicúa,
caricia palíndroma avante
con promesas de labios en coreografías duales,
par de dos
puestos,
dispuestos,
predispuestos,
rostro a rostro
en la estación Centro Médico,
en el sur y en el norte
frente a un televisor iluminante,
devedé discreto y cómplice,
azúcar sobrante y café caliente con vainilla imperativa y bienvenida.
Al fin mi Ana polar señorita capicúa,
al fin mi Juana cuerda,
al fin mi Frida sin dolores adiegados,
al fin respiro tu voz sin restricciones inducidas,
al fin el principio relevante
que viene dejando sin vida en el camino tantos hubieras arrepentidos
de un estado ambiguo de negaciones posibles y naufragios leves en soledades lejanas.
Al fin desde ya el primer acto decidido después de la tercera llamada.
Por un repentino destello lúdicamente vacío de sentido común.
Por una noche eterna hasta que llegue el sol espía:
doce horas entre ausencia de palabras decibélicas continuas
y la presencia de todo un diálogo tributo a los cinco sentidos.
Una mano buscando tu sonrisa
en el eco de una oscuridad consentida
dibujando en el aire una necrópolis
de nuncas caídos en el frente de esta épica avanzada.
Al fin mi Ana polar señorita capicúa,
caricia palíndroma avante
con promesas de labios en coreografías duales,
par de dos
puestos,
dispuestos,
predispuestos,
rostro a rostro
en la estación Centro Médico,
en el sur y en el norte
frente a un televisor iluminante,
devedé discreto y cómplice,
azúcar sobrante y café caliente con vainilla imperativa y bienvenida.
Al fin mi Ana polar señorita capicúa,
al fin mi Juana cuerda,
al fin mi Frida sin dolores adiegados,
al fin respiro tu voz sin restricciones inducidas,
al fin el principio relevante
que viene dejando sin vida en el camino tantos hubieras arrepentidos
de un estado ambiguo de negaciones posibles y naufragios leves en soledades lejanas.
Al fin desde ya el primer acto decidido después de la tercera llamada.
2 comentarios:
Se nota, se nota que usted anda Anamorado, jejeje.
Un abrazo.
Fredo inquisidor.
jojo
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