Hola… el mundo es un lugar muy grande y pequeño a la vez. Eso me hace pequeño y grande a la vez.
Quiero ir al cine.
En julio, cuando estaba en Morelia, iba al cine tres o cuatro veces por semana. Vi cinco veces Sin City. Demonios, hubiera querido que fueran cuando menos unas siete. La puedo ver en mi computadora (y lo he hecho) mil veces, pero el cine es el cine. Definitivamente Tarantino fue superado… aunque se salva de una descarada declaración en los medios -sobre cómo fue superado- porque colaboró como director invitado. Yo de todos modos lo veo de esta manera: Tarantino superado. Lo cual no hubiera logrado jamás Robert solito; Frank Miller le dijo bien claro: “¿Ves el Camino Amarillo? Bien. No vayas por ahí.” Y Robert entendió el mensaje.
Extraño otras cosas de Morelia aparte del cine. Extraño a mi familia (vaya, lo dije… lo escribí). También extraño mis caminatas diarias por el centro. Extraño la comida vegetariana hindú. Extraño los días de lluvia (muchos días de lluvia). Y por supuesto, extraño la cerveza Indio. Me gustaría regresar, pero no quisiera ir solo. Ya lo dije antes en este blog: Morelia es una ciudad hermosa, muy chida, pero eso de andar solo cuando estoy de viaje, no me funciona muy bien. Son tantas cosas que uno quiere compartir como recuerdo, como anécdota en complicidad. Y nada.
No soy una persona del todo sociable. No en Hermosillo. Menos últimamente (cuando uno está muerto y lo persiguen las moscas y la putrefacción, sólo otros cadáveres se acercan). Pero odio la carretera sin amigos. Odio sentarme solo en la mesa o barra de un bar. Una cerveza Indio a las ocho de la noche en un bar en el centro de Morelia sabe grandioso, pero cuando la compartes con una buena charla, con un bien amigo o amiga, sabe a gloria, carajo, me cae que sí (¿sonó a comercial? Chale.). Y lo chido de cuando tienes compañía cabrona, acá, empática, cada vez que recuerdas el momento recuerdas hasta el sabor de la cheve. Cuando menos eso me sucede a mí. Pero sólo soy yo, cosa de muertos quizá. Ocurrencias cadavéricas.
Por cierto, ya viene Día de Muertos. Me parece un día para celebrar en serio. ¿A qué coños me refiero? Es un día para reflexionar cabrón, bonito. Es uno de esos pocos días donde uno se hace preguntas que no puede contestar, pero que sin embargo por el simple hecho de saber que te estás haciendo tales preguntas te sientes mejor, te tranquiliza, te hace sentir vivo y a la vez más cerca de los muertos. ¡Bu!.
Irasema y yo charlábamos hace unos días sobre cómo sentimos lo mismo sobre octubre. Llegamos a la conclusión que es uno de esos momentos del año en el que empiezas a sentir el cansancio físico y mental de todo lo que te has guardado desde enero. Simplemente nos parece agotador. ¿No es así, Ira? La gente sigue diciendo que tú y yo estamos locos. No hay de queso, nomás de yesca… y eso es bueno, muy bueno.
Hola… el mundo es un lugar muy grande y pequeño a la vez. Eso me hace pequeño y grande a la vez.