viernes, diciembre 01, 2006

Introspectivo saladito

Me gustas, realmente me gustas.

Al salir de clase ocupo la banca más cercana y lo primero que hago es buscar tu cuerpo. La imagen de éste no abandonó mi cabeza durante toda la pasada hora. Visualmente hago contacto, pero no estás sola, estás con el Imbécil.

Sabes que estoy aquí, al otro lado del pasillo, observándote y aguantándome las ganas de ser yo el Imbécil que te toma de la mano y de lo demás. Pero como ayer y como el día antes de ayer, y como en los dos últimos semestres, puedo soportarlo, tengo que soportarlo. Si todo este asunto fuera mera cursilería de seguro ya lo hubiera superado, o cuando menos evitaría los tan frecuentes y repentinos bombeos sanguíneos que, enfocados en cierta parte de mi cuerpo, impiden me mantenga de pie sin dar indicios de que libidinosamente te admiro.

El imbécil se acerca a tu oído y sonríes. Como respuesta tus labios visitan los suyos y tu lengua entra en su boca. Él responde y yo sigo observando.

Me gustas, realmente me gustas... y me pones jorni con esa mezclilla ajustada que delata como que no queriendo (pero sí) tu ropa interior, tus muslos, la redondez agraciada y nalguiable de tus (asumo) morenas caderas. El bombeo comienza y como dice la rolita de la Cuca: “quiero mojarme los labios y tu cuerpo pasarlo por mi garganta. Quiero sentir el pétalo de tu pelo, perfumarme del olor de tu celo”.

Maldición, tengo que sentarme y fijar la vista hacia otro punto. Lo hago pero da igual, nada detiene el bombeo de sangre. Mi imaginación no entiende de razones, no entiende que debo estar de pie en menos de cinco minutos para ir a la siguiente clase. En mi cabeza realmente se instala la idea de pasarte por mi garganta, de morder con cabrona pero paciente liviandad aquel rincón, de zambullirme en tu lubricado mar de feromonas, para finalmente inundar de blanco tus libidinales y mudos labios. Eso como aperitivo.

Insisto: realmente me gustas... y me pones jorni. Me doy cuenta que da igual si te miro o no, así que dirijo de nuevo mi mirada hacia ti, sólo para observar cómo el Imbécil y tú se levantan, se van sin renunciar al periódico intercambio de saliva.

El maestro que dará la siguiente clase pasa frente a mí, pero todo parece indicar que tendré que pasar mucho más tiempo de lo esperado sentado en esta banca: me he inundado yo solo.

5 comentarios:

runaway dijo...

que sexy = )

Minerva dijo...

sin rodeos,simple y al grano! jaja. Siento haberte achicopalado el corazon...pero te lo mereces!! igual lo haces conmigo cuando te leo!! saludoteees!

Anónimo dijo...

quelindooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

Sandra Becerril dijo...

uhhh este me gustó más que el anterior...
Oye si no te gusta ser duende, qué opciones propones?

beso!

CadávEr Muerto dijo...

Noemí: Así es, de gustar y de degustar, jejeje...

Leniux: Lo porno también tiene su chiste :)

Minerva: Duro y directo (sí, es albur, jijiji)... y lo de la achicopalada de corazón, no era reproche, se me achicopaló bonito (el corazón).

Sleeping B.: Me chiveas, enana.

Sandra: Si los pitufos son duendes, quiero ser una Gárgamel, con o sin Azrrael :)