sábado, mayo 16, 2009

Hoja en blanco

Tengo frente a mí una hoja en blanco. Su blanca mirada es retadora.

miércoles, mayo 06, 2009

Detective Fénix en el caso del paquidermo suicida (fragmento)

I
El olor, ya transformado en peste, hizo que los vecinos llamaran a la policía. Y así lo encontraron, en bóxers, acostado en la hamaca y con el rostro destrozado por la carga expulsada de la escopeta, la cual estaba en el piso junto a un puñado de discos compactos de José Alfredo y varias botellas vacías de Bacanora. Su nombre es… era, Ángel Elefante Fernández Valenzuela. No sé por qué les encanta recalcar de qué especie evolucionaron, si a simple vista es más que obvio en la mayoría de ellos.
“Elefante suicida por soledad y despecho”. Estoy seguro que publicarán eso o algo parecido mañana mismo en los periódicos y a primera hora todos se darán por enterados.
Sobre una pequeña mesa de cristal en la estancia hay un puñado de cartas listas para ser enviadas. Algunas se ven ya bastante viejas. El color amarillento del papel y el polvo delatan el paso del tiempo. ¿Para qué escribir cartas que nunca vas a enviar?
Desde aquí veo el inmenso cuerpo que poco a poco se fue quedando sin sangre resaltando más el tamaño del marfil de los colmillos. A su lado derecho, en el charco de moronga seca más grande, puedo distinguir los restos de lo que parece fue su trompa. Este tipo no usó una escopeta común, sino una, irónicamente, para cazar elefantes, como se hacía antes de la meta-evolución.
Una curiosidad semimórbida centra de nuevo mi atención en la mesita y las cartas. Están dirigidas a una tal Karina Pequeña Gran Hormiguita.Este pendejete me cae murió de amor… o de soledad… ésta es una cabrona cuando no es opcional. Yo por eso renuncié a ese relajito de doble filo, a la cursilería y a la empatía idealizada. Prefiero la pornografía acompañada de mi mano o una buena mujer dispuesta a todo en la cama, siendo mi único compromiso pagar el cuarto, sus respectivos honorarios y quizá el taxi. Soy un policía con demasiadas amistades en la profesión más antigua del mundo, y me gusta. Después de cuatro divorcios lo mejor es ir al grano… o mejor dicho, al clítoris.
Casi toda la maldita estación está aquí. Algunos hacen su trabajo y otros tantos están sólo de mirones.
Es el primer suicidio de un elefante meta-evolucionado en Ciudad Nueva Pitic y me tocó el caso… y es una hueva la novedad de la auto aniquilación de un paquidermo. La prensa estará muy pendiente de todo este desmadre y de quienes trabajamos en él, sobre todo después de la ola de violencia contra la cada vez más grande comunidad local de animales evolucionados.
El gris y enorme difunto no tiene, según sus vecinos, familiares en la ciudad. Y probablemente tengan razón. No es muy común la migración de estos mamíferos por estos rincones coyoteros del mundo. Buscaré a esa tal Karina no sé qué Hormiguita. Veré qué me puede decir al respecto. Desconozco si se trata de una chica humana auto-evolucionada o no (con eso de que está de moda la animalización), o si sea real el nombre, pero la dirección en los sobres coincide con una dirección existente.
Puedes conocer a una persona si abres su refrigerador, revisas la basura y haces una expedición al clóset. Checar la basura es cosa de los nuevos. En cuanto al refrigerador y el closet, llegué a una conclusión: este tipo es de los míos. En el refri encontré una variedad deliciosa de todo tipo de cerveza, nacional e importada; en el armario una colección digna de una videoteca pornográfica. Definitivamente es de los míos, y no lo digo sólo por decirlo, porque ambos seamos unos borrachos calientes, descubro que entre sus videos favoritos tiene las películas de corte amateur y vouyerista, ya que estos géneros dominan la mayor parte del catálogo. Y lo entiendo, las películas de este corte manejan en su mayoría un impredecible y adrenalínico contenido.
Me llevaré las cervezas y algo de pornografía a casa. Es bueno no ser un policía intachable ni querer serlo. Mi querido muerto señor gran elefante, descanse en paz, y no se preocupe, que su cerveza y colección tres equis quedarán en buenas manos, en las manos de un conocedor hijo de la chingada, pero conocedor al fin.
2
Al siguiente día hayamos la casa de la señorita Hormiguita pero ella no se encontraba. Según nos dijo el velador de una construcción vecina, ella trabaja de enfermera en el Hospital General frente a la universidad.
Mañana insistiré. Hay otros casos que atender y mucho papeleo pendiente.Llego al departamento a las tres de la mañana. Estoy agotado pero no tengo sueño. La cerveza del difunto está caliente porque olvidé meterla al refrigerador, así que me conformaré con lo que hay: dos botes de Carta Blanca y un bote de Modelo… y mi última botella de Indio de los cartones que me adjudiqué de cuando arrestamos el jefe del Cártel de Villa de Seris, allá en su bodega donde guardaba su colección de vinos del siglo XIX… matanga dijo la changa. El vino se repartió entre los jefazos de arriba y nadie extrañó las chelas.Abro mi media, me siento en el viejo sofá de mi abuelo y pongo algo del buen José José, de las viejitas. Una cerveza bien fría acompañado de Pepe Pepe es una linda manera de vivir la madrugada… pero no quiero amanecer solo. Y para eso basta con tomar el teléfono y marcar el único número grabado.-¿Princesas?... Manden a Paloma… sí, completo… toda la noche… sí, la misma dirección.Paloma, mi favorita… la mejor. Gana buen billete pero la verdad es que no lo necesita. Su familia está cagada en dinero. Una niña rica rebelde que ama su trabajo… y nada mejor en la cama que una puta que se excita y disfruta sus lubricadas labores.
Cuando Paloma llega, la madrugada está completa: un buen trago, José José y un clítoris de 22 años. ¿Qué más puede pedir un policía cuarentón en decadencia? Mucho mejor que una esposa con mascarilla de aguacate y con fachas de doña Florinda neurótica con vengativa frigidez.

3
Es mediodía. Voy en mi vochito blanco rumbo a casa de la señorita Hormiguita. Todavía me duelen los huevos y la verga. No pienso coger en una semana. Lo curioso de Paloma es que es rubia y a mí me vuelven loco las morenazas, pero esta chica es una bomba… espero haber despertado a los vecinos panistas.Toco el timbre dos, tres veces, y espero casi cinco minutos hasta que abren la puerta. No voy a negar el buen gusto del señor Elefante. Es una antojable hormiga humanizada.
-¿Qué se le ofrece?
-Soy el detective Carlos Fénix López, ¿puedo hablar con usted?
-Sí, claro, pase…
No está asustada o preocupada, sino sorprendida, aunque intenta disimularlo. Y yo intento disimular que no le doy importancia a la bata semitransparente que usa y que delata su ropa interior nada conservadora.
Me llevó a la sala y pidió que la esperara mientras se cambiaba de ropa, ya que recién se había despertado. Y esta vez no pude despistar mi intención de mirarla de los pies a las antenas, por lo cual ella incómoda apresuró el paso.Cuando regresa con un entallado pantalón de mezclilla y una camiseta sin mangas y sin sostén, pienso de nuevo en el buen gusto del señor Elefante. Y siento en su actitud cierta ansiedad que deja atrás a la sorpresa inicial de mi llegada. Ella sabe que una visita de un policía o un detective sólo pueden ser malas noticias. Creí que para entonces ella habría leído ya algún periódico, escuchado la radio o el noticiero local, pero como cubrió casi triple turno tenía el sueño atrasado y no despertó sino hasta que yo llegué.
Le informo directamente aunque intento no ser rudo… soy pésimo en estas cosas, pero siento que es peor andar con rodeos y adornar las malas nuevas. Ella suelta un llanto moderado pero sincero. Y sin que haga yo una sola pregunta, empieza a contarme la historia. Se conocieron en la universidad hace quince años y tuvieron una relación de cinco. No me dijo por qué -y realmente no me interesaba- pero terminaron de manera abrupta. También me comentó que ambos sufrieron de depresión, y aunque estuvieron en tratamiento, él lo dejó. Eso explica muchas cosas.
La verdad es que yo sólo la busqué para preguntar por los familiares del difuntote pero ella solita se soltó hablando. Creo que no tiene muchos amigos con quien charlar. Agrega que se veían una o dos veces al año, pero pasaban hasta una semana juntos o salían de la ciudad algún fin a Bahía de Kino o San Carlos, y el tiempo que no se veían mantenían correspondencia de manera convencional. Suena tan raro como ñoño mandarse cartas si se vive en la misma ciudad, pero eso a mí qué.
Soltó el llanto de nuevo pero esta vez más fuerte, quizá se sentía ya en confianza. Lindas tetas.
Siguió hablando. Todo el tiempo que pasaban juntos actuaban como si nunca hubiera terminado la relación. Generalmente se buscaban cuando uno de los dos recaía en la depresión y antes de verse había primero una carta, pero hacía casi un año que él no llamaba por teléfono o contestaba por escrito. Las llamadas eran cuando la urgencia no podía esperar al cartero. En ese sentido los entiendo. El sexo es un buen antidepresivo. En mi caso por más cursi que fuera mi depresión yo no esperaría al cartero. Estuvieron así por muchos años. Inclusive el hecho de que alguno de ellos tuviera pareja nunca los detuvo.
Total que el señor Elefante Fernández Valenzuela no tenía pariente alguno, de hecho esa fue una razón por la cual emigró a estas tierras, como refugiado de las constantes guerras en África que no respetaban ni a los meta-evolucionados. Le comenté a Karina lo de las cartas que estaban dirigidas a ella y que no fueron enviadas, le dije que podría arreglar que terminaran en sus manos. Dudo en silencio por casi un minuto y contestó que no, que era mejor así. Muy su pedo. Eso me pasa por buena gente.

4
Son las 10 de la noche. Es muy temprano para estar en casa. Abro la, ahora sí helada, cerveza alemana que me herencié de la casa del muerto. Al primer trago parece que me invadirá una sensación de culpa, pero en el segundo sorbo me doy cuenta que no era sino una falsa alarma.
Estoy tan relajado que a pesar del dolor anidado todavía entre mis piernas sólo de acordarme de Paloma se antoja una puñeta y pa luego es tarde.

sábado, mayo 02, 2009

Que te vaya bonito, Morena de nadie




Ojalá que te vaya bonito
ojalá que se acaben tu penas
que te digan que yo ya no existo
y conozcas personas más buenas
que te den lo que no pude darte
aunque yo te haya dado de todo
nunca más volveré a molestarte
te adoré, te perdí, ya ni modo


José Alfredo Jiménez