Poema huérfano

Si mis ojos urgen por delatarse
y encuentran que te escondes
un momento viene pisándome los talones,
un momento viene pisándome el hígado
y el tequila colega
y el gusano que nos cuenta histerias
empinamos el codo con ton y son…
aquí me quedo,
de aquí soy.

Siempre llego al primer minuto del final,
siempre despierto del lado más solo de la cama,
siempre el remedio nunca el antídoto:
Veneno de noche,
azúcar neblina,
besos de fiebre,
delirio en sudor en cama pequeña
en universo de sábanas mojadas,
orgasmos a media luz,
ombligo claro/oscuro
y sonrío
y sonríes

Me reporto enfermo,
menos conocedor de lo conocido,
de las penas sin fecha de caducidad.
Duele la cabeza,
duele aquí,
duele allá,
y está decidido,
no muero hasta que me sepulten
y cante el mariachi antes del fade out.

Espero impaciente el sol en mi ventana
para brindar con él
porque esto no acaba
hasta que la botella vacía tire la toalla.
Me reporto enfermo y nadie contesta.
Me reporto enfermo casi sobrio total ebrio.
Un trago para el sueño prófugo,
un trago para la garganta seca,
un trago para la morena que ya no me sueña.

Septiembre,
que precede a la fiesta y al novenario,
canta a capela el silencio del espejismo discreto.
No soporto el descaro del sepulcro vacío diacrítico
ante la caminata nocturna de este cadáver sonámbulo.
Se sospecha de la amnesia
o si respiro el olvido de la Catrina
indiferente viene octubre
con un puño de buenas intenciones
con pase directo a la barra del Infierno en plena hora feliz.
Pero voy y vengo a paso lento,
reservados designios,
el verbo del no verbo,
ganas al aire,
lengua afilada,
cunnilingus armado,
misión cumplida.