Que reviente la cuerda que sostiene la posibilidad,
que las cenizas consuman los silencios compartidos y los hubiera resucitados.
De aquí a la nada completita,
de aquí a los lamentos sordos,
indiferentes:
Tinta sobre papel mojado,
aguas negras de omisión y obviedad de segunda mano.
El baúl de los recuerdos a la esquina del basurón sin pepenadotes ni curiosos.
Sólo pido que me alcance el hígado para borrarte completita,
De pies a cabeza,
de tus senos a tu pubis,
de tus labios a tu ombligo,
de tu risa a tu llanto
y aplicarte la del cuervo parlante y aferrado:
nunca más.